SUMMERTIME & DOLORES
Allí estaba el vigilante dispuesto a cambiar la bandera verde por la amarilla en cuanto divisara a Dolores y a lo que decían que era su madre bajando la cuesta camino de la playa. Se debía advertir a los bañistas no sólo de los peligros que ella y sus formas entrañaban (más de un disgusto y algún que otro divorcio habían provocado) sino también de la presencia de la madre, que suponía otro cambio de bandera de amarilla o roja si el vigilante advertía que traía con ella su empanada de pimientos y bacalao para merendar.
Alguna vez pensé que Dolores era alguna suerte de misión secreta extraterrestre y que, a modo de caballo de Troya, llevaba consigo a una supuesta madre repleta de cientos de guerreros marcianos (miles, a juzgar por lo que por aquella boca entraba), que eran parte de una gran estrategia global formada por tantas Dolores como playas había en el mundo y que pretendían aniquilar a la humanidad en algún momento del desparrame estival.
M&B
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